El tiempo y la máquina.

La ilusión del cruce de dos almas que se encuentran para complementarse, la existencia del espacio y el tiempo donde todo queda anonadado en la duda. Qué placentero es encontrarse a uno mismo después de tantos silencios. El pasar de los segundos, por empírica reacción se vuelven instantes eternos con la persona correcta. Dulce melancolía, dulces sus palabras que salen para dejarme extasiada en un mar de ideas que nunca terminan. Y ahí estas tú, la vitalidad tiene el atractivo de la belleza, la perfección de una máquina perfecta que define tu cuerpo, tu silueta entre la oscuridad y la luz que irradias con el simple hecho de ser.

En esos instantes eternos, donde conviertes la hiedra en agua que permite acariciar el cinismo natural del deseo, que corrompe la soledad y llena el alma de goce.

Conocí en esos ojos la sed de conocimiento, un libro de páginas interminables, la ventana de su alma, una mente cautivadora, brillante.

El enigma empieza cuando me hago consciente de su ausencia y de repente llega a mover mi mundo. Es ahí cuando el lugar y la distancia dejan de tener interés y el corazón por cuenta propia obtiene su percepción en función de la nostalgia.

-Nina Andrade

(Imágen. Anónimo)