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Carrusel

  • Foto del escritor: Daniela Alejandrina Pérez
    Daniela Alejandrina Pérez
  • 30 sept 2023
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 26 jun 2024

¿Qué es el amor ante semejante complejidad canónica, filosófica o energética?

No conoce barreras, atraviesa el tiempo, sucumbe nuestros pensamientos, la fonética y la dialéctica.

Todo lo espera, todo lo puede, se transforma y florece.

La magia que crea la poesía nos compadece.


La vida se transformó en un azar fascinante entre tu recuerdo y mi delirante anhelo.

Abrí los ojos y te convertí en el muso de la mirada turquesa sin saberlo.


Aquel día el cielo cambió sus colores con el suave manto que deja el inefable reflejo de tus ojos.

Te reconocí vagando por el universo, en aquella nube de plata que transforma el ocaso de tus besos.

El espacio donde recordaste las canciones y los momentos que alguna vez compartimos en otra realidad.

Promesas sobre la orilla del mar que trascienden nuestra sagacidad.


He tratado de correr en el tiempo y volverte a encontrar,

pero la vida me dice que debo esperar.

Suelo angustiar a mis desvelos y convierto este espacio vacío en resiliencia,

pero mi espera se llena de gozo al saber que puedo volver a donde se encuentra tu presencia.


Aquí y en cualquier continente tu energía me acompaña y se funde en el ahora y el ayer,

las cosas vuelven a suceder.

Ya hemos bailado juntos en el girar de este carrusel.


Conocí el miedo a desprenderme de aquello que hiere,

las conexiones reales jamás desaparecen.

En mis sueños te he visto navegar por el suspiro eterno de la marea que he creado en este espacio donde habitas cada vez que regreso a ese momento donde frenaste el tiempo y en aquella estación de tren pronunciaste mi nombre.


Aquel vestido rojo que te acompañó hasta el amanecer en un campo en medio de la nada.

Musa mexicana y sus flores rojas de madrugada.

En otras vidas hemos volado, unas veces juntos, otras veces en nuestro propio despertar,

al final la existencia siempre nos vuelve a culminar.


Me encontré solitaria vagando por el centro de Barcelona,

en la última noche más solitaria que mi existencia pregona.


Trato de entenderte, aún cuando creo saber quién eres.

La suave operadora sonó de repente,

supe que ya estaba en los planes de Dios conocerte.


Ya hemos llorado y aclamado la presencia del otro,

ya hemos sobrepasado las barreras de aquello que en mi corazón atesoro.


Ya me has abrazado por horas mientras disfrutas de la vida en mi compañía,

ya te has quedado a ver cómo resuena en mil colores nuestra melodía.


Recuerdo tu esencia que también es la mía,

recuerdo tu canción que también es mía,

recuerdo tu mirada que también es mía.


Palpo en tus dedos el comienzo de esta historia,

sin saberlo alteramos el ciclo de aquello que nos devendría.


Tu bello brillo turquesa, aquel que combina con esas capillas y el polvo de estrellas que portas en el perfume de tu ser que aguarda mi destino.

Sigo preguntándome cuándo volveré a contemplar tu sonrisa discreta en mi camino.


Reconocí tu vida en la mía,

reconocí mi fragilidad al fundirme en tu piel.

Ceniza en el mar que condena mi alma para volver a nuestro sitio una y otra vez.


Muso eterno, desde siempre te plasmé en mi luz y en mi oscuridad.

Como una remembranza que habita todos mis ciclos y alude toda mi racionalidad.


Cuánto delirio y cuánta nostalgia,

cometa perpetuo que dibuja en mi galaxia.


Algún día leerás las cartas que te harán despertar,

mientras tanto el silencio nos transforma, espero pacientemente hasta que vuelvas a recordar.


Te reconoceré en este plano y en todos los demás,

te escribiré poemas para fundir mi energía con el universo y me lleve a donde te puedo acompañar.


Te recitaré versos y plasmaré con mis besos en el suave lienzo de tu espalda,

en tus lunares, en tu juventud y en tu vejez, en el cinturón de orión y en la nada,

en aquella estrella fugaz que me acompaña y en el pasar del tiempo me permita compenetrar tu mirada.


En aquello que descubres,

veo cómo transformas tu ser y pacientemente te pienso en tu libertad,

en tu mundo y en mi mundo agradezco el infinito regalo de saber que eres real.


En mis sueños apareces de repente y cambias el ciclo de las cosas.

Deja que la flor crezca para poder fluir.

Deja que el tiempo pase y ver lo que el universo nos tiene que decir.


Últimamente cierro mis ojos y recuerdo las marcas de tinta en tu cuerpo y la sutil forma de mirarme que me hizo recordar quién eres.

Navego en el caudal de tus silencios y voy descifrando cada día tus atardeceres.

Me he negado a darte un último beso,

porque en aquel bar quedó escrito aquello que aún no logro interpretar en mis versos,

pero que es parte de ti y parte de mí, debió ser un sueño.


Mientras el tiempo pasa te dedico mis improntas, mis desvelos y estos sueños,

todo lo que describe aquello que el mundo banal no ha podido discernir.

En cada estación, en cada recuerdo, en cada canción, desde siempre un poema para ti,

emoción jubilosa que habita en mí siempre que decidas venir...


-Nina Andrade

Viejo continente, 2023.




 
 
 

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© 2018 por Daniela Pérez (Nina).

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