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Andrómeda

  • Foto del escritor: Daniela Alejandrina Pérez
    Daniela Alejandrina Pérez
  • 18 jul 2023
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 26 jun 2024

Algunas veces abro los ojos y siento mis párpados caer bajo el efecto de alguna droga de realidad que he dado por muerta.


El hallazgo impredecible de mi ser amado, reconfortante y paralizador.


Desasosiego la realidad invicta y mis instintos banales.

A veces solo recuerdo esos suspiros vacíos en vida.

Almas que corren a ciegas, viejos amores.

He disfrutado el arte de verte volar.


Me olvido de la carne y busco un consuelo bajo el brillo de estrellas lejanas.


En un segundo uno puede despedirse de la vida y renacer en otro ser.

Te escuché cantar más alto que el mismo cielo, tu voz era la melodía que entonaba el paraíso de la existencia.

Espero el día en que culmine la espera y me permitas verte despertar cada mañana mientras nuestra piel comienza a envejecer.


Seré la paz de tu marea de batallas recorridas mientras formo en Andrómeda nuestro nuevo ser.

Quiero volver a mirar tus ojos bajo el color de aquella luz roja y me vuelvas a besar como si nuestro tiempo en el mundo fuese a terminar.


Quiero acariciar tu pecho desnudo al caer la noche mientras recorres mi piel con tus labios y guardar el aroma y exquisitez de tu espalda cuando veamos otro año más desaparecer.


Quiero permanecer en tu recuerdo vivo para volver a esos momentos infinitas veces y respirar tu esencia cuando no te pueda ver.


Cambiaría 100 años de mi vida por una eternidad escuchando la misma canción que trae consigo el recuerdo del primer rayo de sol que acarició tu mejilla al despertar.


En el lecho de muerte de mi vieja consciencia, he visto pasar las sombras de un pasado cegado por el caos de mis errores humanos.


En aquello que otros personajes denominaron elocuentemente el trapecio del tiempo, vi mi vida pasar en el preámbulo de aquello que madura naturalmente.

Vi mi sueño agonizar por los fantasmas y una sombra llamada destino y su peculiar forma de acaparar mis pensamientos antes de cerrar los ojos y respirar.

Dejé de darle prioridad a la confianza inconsciente de la perpetuidad que forma siluetas en el cielo dándole un significado prominente a la soledad.


Más persona en el silencio.

Mirada surrealista, flama que derrocha drama y sagacidad.

Existes porque existo, porque en el elixir de tus sueños habito.

Lo que haces y hago cuando la ausencia se manifiesta y la sincronicidad entre tu delirio y mis pensamientos se vuelven testigos de la magia y el color de nuestros más profundos secretos.


Te vuelvo río, caudal de mis recuerdos, amor que a tus aguas me has de condenar.


-Nina Andrade





 
 
 

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© 2018 por Daniela Pérez (Nina).

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