Presagio

Miradas perdidas.

¿Qué se anida en cada pensamiento?

En los arboles y la tierra que exaspera desencadenar su alma, libre como un espíritu soñador que habita en el mar de la tranquilidad.

Convertido en la hoja que ha caído de aquel viejo árbol y vuelve a la tierra

para renacer al despertar.

Como fuego que enceguece los parpados y agua que apaga la sed de tus deseos.

Sol que habita en tu infierno, calma que quema tu ser.

Espacio que abruma tu aliento y te hace estremecer.

Tormenta inquisidora y sueño de placer,

aquello que sacude la marea de aquel sentimiento dormido.

Lo encuentro cuando mis ojos te aclaman y mis manos se escabullen en tu velo.

Plácido deseo que calla en la oscuridad.

La tempestad llegó en medio de la noche,

en medio de aquella habitación donde la silueta del simbolismo de la vida nos envolvía con sus raíces.

Una luz ámbar encegueció mis pensamientos y una copa bastaba para conocer la verdad.

Mil ciento cincuenta presagios envueltos en mi voluntad de comprender la realidad.

Nostalgia de cada lugar donde aun se palpa tu presencia,

esta noche hace oda a la tristeza.

Cuando zarpe el barco y emprenda el viaje para aquellos viejos versos que escribí al amanecer

y el tacto de tus besos me vuelva a estremecer.

Mi piel para tu deleite y mi psicofonía para tu bien sonoro.

Cuánto caos se percibe en el silencio, agua sarca aquel día que olvidaste preguntar.

Soledad deambulando entre estos ruidos estridentes.

Somos paz y condena,

un amor que trajo el perfume de la marea.

-Nina Andrade