Vértice de vida
- Daniela Alejandrina Pérez
- 11 sept 2022
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 26 jun 2024
Escribí en el vértice de mi vida,
de adioses hace tiempo, de momentos mágicos en el centro de Madrid.
Una mujer danzando por el pasillo en sus tacones violeta y labios carmín.
Cuando cerré los ojos y caí en las orillas del infinito.
Aquellos lugares donde a tantos rostros vi decir adiós después de aquellos besos inconclusos.
Quizás reaparezca al final del camino.
Soltar, soltarse, despedidas temporales, despedidas circunstanciales.
Despedidas absueltas de dolor, despedidas que te desgarran el alma.
Todo cambia, todo expira, se esfuma y algunas veces hasta se olvida.
Que de mi mano y de mis labios solo salga el último suspiro que guardé para este corazón solitario.
El ayer solo gotea por la ventana y se esfuma como la tormenta cuando se aproxima el sol.
Voy de paso en la existencia,
algún día mis huellas plasmadas en la historia de la nada se esfumarán.
Soy sueño efímero, soy euforia, soy olvido, soy vida y ceniza en el mar.
Soy aquello que jamás pudimos ser.
Conozco aquel lugar donde me perdí y naufragué en la punta de un cometa pasajero.
Las promesas de amores incompletos, viajes lejanos y monotonía de tiempo.
Aquello que dejé a su merced y hoy envuelta en libertad y sueños rotos
le dice a sus impaciencias hasta pronto.
Entre llanto y vela, entre risas y una noche bohemia,
bebiendo en soledad las copas de vino que olvidó que eran para él.
Cuando un nuevo amanecer bese su rostro y escuche aquella melodía en el balcón de su habitación,
aquella donde también estuve yo.
Quiero que sepa que ya lo sé todo.
Sueños a los que dije nos vemos dentro de poco,
otros a los que confío mi paciencia.
Espera un poco más...
Corazón humeante, existirá un nuevo amanecer.
-Nina Andrade

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